Ya hace más de tres lustros que unos compañeros aficionados a la lectura inauguramos esta tertulia, les debo reconocer que lo digo con un cierto vértigo. Fue con una obra de Huxley que ya marcaba tendencia sobre la importancia que tendría en nuestras conversaciones la ciencia ficción. A partir de entonces y siempre a instancias de Javier Bataller, varias obras del género suscitaron los debates más airados y también divertidos, justo es decirlo, que vivimos en nuestras reuniones. Hoy, cuando ya este blog parece tan abandonado como el Nuevo Mestalla y las tertulias son tan espaciadas como los títulos del Athletic, ha surgido la oportunidad de resucitarlo por una vez, tal vez para clausurarlo definitivamente. La ocasión es singular, se trata de comentar la obra de uno de los miembros fundadores, precisamente de Javier Bataller, que por fin ha visto publicada una de sus novelas con gran éxito de público. La crítica, de momento, se limita a esperar lo que comentaremos nosotros.
Por supuesto la novela, lo han adivinado, es de ciencia ficción y creo que no podíamos encontrar una forma mejor de finalizar esta serie de reseñas. Les propongo para comenzar que la lean, porque estoy convencido de que no decepcionará. Javier Bataller conoce los recursos del género a la perfección y no se perdonaría resultar aburrido, de modo que se van a encontrar con una lectura ágil, beneficiada por interesantes referencias culturales y cuyo sentido de la maravilla va a exigir del lector que suspenda su incredulidad, pero sin ofender a su inteligencia.
Dice Propp en su Morfología del cuento que la mayoría de este tipo de relatos siguen una estructura narrativa muy similar, un modelo básico que se repite con ligeras variantes. Más de una vez hemos comentado en nuestra tertulia que las mejores historias tienen también un esquema reconocible, de una manera u otra la vida del héroe es un proceso de auge, caída y redención. Esta idea, de indudables resonancias bíblicas, se reconoce sin dificultad en la novela, aunque sea solo una de las capas y propuestas de lectura que nos vamos a encontrar. El inicio es propio de una novela negra, con mujer fatal incluida y encargo de un trabajo redentor para un tipo destruido moralmente. Continúa como una novela de aventuras que nos lleva al corazón de las tinieblas, en lo más profundo de la selva africana. Y finalmente se va a desencadenar el verdadero sentido del relato, una gigantesca partida de ajedrez en la que la ciencia y la fantasía van a buscar una conciliación casi imposible.
Con habilidad, el autor ha ido abriendo posibilidades en la narración que acaban resultando falsas pistas, la búsqueda del grial parece al principio el macguffin que encubre la descripción de un triángulo amoroso; la redención del protagonista parece reducirse al terreno de lo cotidiano, pero deja paso a una especie de trasunto de superhéroe cuya misión alcanza límites inimaginables. Y la búsqueda del eterno femenino, un ideal de mujer que se escapa siempre, pasa a un segundo término ante la tentación del científico por elaborar una trama compleja en la que las consecuencias de los viajes en el tiempo deben ser convincentes.
Permítanme para finalizar que les descubra algo. Javier tiene experiencia en esto de la literatura, sin embargo Fluye el tiempo es la primera de sus obras que supera las dimensiones del relato corto. Diría que por eso, ha introducido en el bien planificado desarrollo una especie de homenaje a sus aficiones o querencias más personales. Son elementos que van dando cuerpo a la novela y que no podían faltar, desde el rugby a la mitología artúrica, desde la cerveza a la arqueología, las matemáticas y hasta un cierto tipo de mujer. La virtud está en que todos estos elementos son introducidos de manera funcional y sirven al desarrollo de la narración. Pero me atrevo a decir que hay un elemento más, tal vez el que proyecta su influencia de manera más poderosa sin ser tan explícito, me refiero a los cómics de superhéroes. No se preocupen los menos aficionados, no va de eso, hablo de algo así como un deseo aspiracional que subyace en el protagonista. En Gauvein se plasma la potencia del superhéroe a pesar suyo, alguien que es más de lo que cree ser y que asume la tarea de corregir las injusticias del mundo. Diría que es una concepción spidermaniana de la existencia que se resume en el lema que alimenta al personaje: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.