El curso académico llega a su fin y con él la "temporada" de tertulias. Como colofón un autor muy importante para mí, casi que aprendí a leer con el buen doctor Asimov, no con Mi primera cartilla como pudiese ser lo lógico. Aprendí las tres leyes de la robótica antes que las de la termodinámica y me decepcioné en grado sumo cuando comprendí en el instituto que no existía ninguna materia con el nombre de psicohistoria, ni siquiera como optativa.
Isaac Asimov es un personaje curioso, con un ego casi del tamaño de Central Park, como él solía reconocer. De niño devoraba las revistas (pulps) de ciencia ficción que llegaban a la tienda de su padre (judíos de origen ruso emigrado a los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado). Con gran esfuerzo (no exento de talento, por supuesto) consiguió su sueño y se convirtió en uno de los escritores apadrinados por el controvertido John W. Campbell (personaje de ideas reaccionarias y uno de los primeros en creer en la dianética), editor de la revista Astounding Stories. Los cuentos incluidos en la serie de las fundaciones aparecieron en dicha revista a partir de 1941. Luego se publicaron en formato libro en tres volúmenes: Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación, que fueron lo galardonados en 1966 con el premio Hugo (premio que se concede a las mejores novelas y cuentos escritos por ciencia ficción y cuyos ganadores son elegidos por votación entre los asistentes a las convenciones mundiales, es decir de anglohablantes, de ciencia ficción) especial a la mejor serie de novelas de ciencia ficción/fantasía de todos los tiempos (hasta ese momento, claro).
En el momento de publicar originalmente sus cuentos sobre la fundación Asimov era un joven que intentaba acabar sus estudios de bioquímica, ayudar a su país a ganar la segunda guerra mundial y a mantener a su recientemente formada familia. Esas circunstancias acabaron por cambiar y Asimov consiguió su doctorado, acabó la guerra y poco a poco se convirtió en un escritor mediático capaz de escribir un Biblia anotada, un libro de chistes escritos por un viejo verde, cuentos de misterio y ensayos científicos sobre casi cualquier tema imaginable. El buen doctor dedicaba por entonces más tiempo a dar conferencias por todo el país (aunque estos viajes estaban limitados por su miedo a volar) con lo que conseguía la mayor parte de sus ingresos. Curiosamente empezó a dejar de disfrutar escribiendo ficción y él mismo confesó que le costaba muchísimo comenzar un nuevo libro sobre sus series más famosas: la de los robots y la de las fundaciones (piruetísticamente unidas en el libro Fundació y Tierra). Nada tienen que ver las nuevas novelas sobre la saga de las fundaciones escritas a partir de los años ochenta con los tres volúmenes originales. Estas nuevas son mucho más largas, posiblemente el estilo sea mejor, más densas pero no por ello mejores. Los límites de la Fundación me gustó bastante, Fundación y Tierra me entretuvo, pero las precuelas protagonizadas por un joven Seldon: Prólogo a la Fundación y Hacia la Fundación ya no me emocionaron tanto (incluso se duda sobre la autoría de la totalidad de la última de ellas, publicada en 1993 después de la muerte de Isaac Asimov).
Se ha dicho que el estilo de Isaac Asimov era vulgar y direcrto, sin birguería alguna. Puede que sea verdad, aunque a pesar de la importancia de la forma también creo que debe tener un peso específico qué es lo que se escribe, es decir la historia en sí. Como aficionado a la literatura de ciencia ficción reconozco que Asimov forma parte de la historia grande de la misma. Su aportación de las tres leyes de la robótica y la invención de la psicohistoria son hitos importantes que marcan un antes y un después y delimitan la época entre los años 40 y 50 del siglo veinte conocida como Edad de Oro (siempre bajo el punto de vista de los escritores y lectores de habla inglesa) de la ciencia ficción.
Espero que disfrutéis tanto como yo de la lectura de Fundación (a lo largo de mi vida he leído la obra cuatro veces) y os animéis a continuar la saga al menos con Fundación e Imperio y Segunda Fundación.
Javi
Isaac Asimov es un personaje curioso, con un ego casi del tamaño de Central Park, como él solía reconocer. De niño devoraba las revistas (pulps) de ciencia ficción que llegaban a la tienda de su padre (judíos de origen ruso emigrado a los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado). Con gran esfuerzo (no exento de talento, por supuesto) consiguió su sueño y se convirtió en uno de los escritores apadrinados por el controvertido John W. Campbell (personaje de ideas reaccionarias y uno de los primeros en creer en la dianética), editor de la revista Astounding Stories. Los cuentos incluidos en la serie de las fundaciones aparecieron en dicha revista a partir de 1941. Luego se publicaron en formato libro en tres volúmenes: Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación, que fueron lo galardonados en 1966 con el premio Hugo (premio que se concede a las mejores novelas y cuentos escritos por ciencia ficción y cuyos ganadores son elegidos por votación entre los asistentes a las convenciones mundiales, es decir de anglohablantes, de ciencia ficción) especial a la mejor serie de novelas de ciencia ficción/fantasía de todos los tiempos (hasta ese momento, claro).
En el momento de publicar originalmente sus cuentos sobre la fundación Asimov era un joven que intentaba acabar sus estudios de bioquímica, ayudar a su país a ganar la segunda guerra mundial y a mantener a su recientemente formada familia. Esas circunstancias acabaron por cambiar y Asimov consiguió su doctorado, acabó la guerra y poco a poco se convirtió en un escritor mediático capaz de escribir un Biblia anotada, un libro de chistes escritos por un viejo verde, cuentos de misterio y ensayos científicos sobre casi cualquier tema imaginable. El buen doctor dedicaba por entonces más tiempo a dar conferencias por todo el país (aunque estos viajes estaban limitados por su miedo a volar) con lo que conseguía la mayor parte de sus ingresos. Curiosamente empezó a dejar de disfrutar escribiendo ficción y él mismo confesó que le costaba muchísimo comenzar un nuevo libro sobre sus series más famosas: la de los robots y la de las fundaciones (piruetísticamente unidas en el libro Fundació y Tierra). Nada tienen que ver las nuevas novelas sobre la saga de las fundaciones escritas a partir de los años ochenta con los tres volúmenes originales. Estas nuevas son mucho más largas, posiblemente el estilo sea mejor, más densas pero no por ello mejores. Los límites de la Fundación me gustó bastante, Fundación y Tierra me entretuvo, pero las precuelas protagonizadas por un joven Seldon: Prólogo a la Fundación y Hacia la Fundación ya no me emocionaron tanto (incluso se duda sobre la autoría de la totalidad de la última de ellas, publicada en 1993 después de la muerte de Isaac Asimov).
Se ha dicho que el estilo de Isaac Asimov era vulgar y direcrto, sin birguería alguna. Puede que sea verdad, aunque a pesar de la importancia de la forma también creo que debe tener un peso específico qué es lo que se escribe, es decir la historia en sí. Como aficionado a la literatura de ciencia ficción reconozco que Asimov forma parte de la historia grande de la misma. Su aportación de las tres leyes de la robótica y la invención de la psicohistoria son hitos importantes que marcan un antes y un después y delimitan la época entre los años 40 y 50 del siglo veinte conocida como Edad de Oro (siempre bajo el punto de vista de los escritores y lectores de habla inglesa) de la ciencia ficción.
Espero que disfrutéis tanto como yo de la lectura de Fundación (a lo largo de mi vida he leído la obra cuatro veces) y os animéis a continuar la saga al menos con Fundación e Imperio y Segunda Fundación.
Javi
Hola, recién descubro tu espacio. Y la verdad que me agrada mucho.
ResponderEliminarHe oído algunos comentarios buenos de Isac Asimov y espero poder leer algo de él pronto.
La verdad es que Asimov viene muy bien para comenzar a leer ciencia ficción. También es cierto que no acaba de acertar en el equilibrio que debe existir entre contenido y forma. Lo mejor de él son las ideas latentes en las historias, no su estilo. Desde luego que no destaca por lo florido del mismo. Yo recomendaría comenzar con la lectura de los cuentos de Yo, robot. También muchos afirman que Asimov es mejor escritor de cuentos cortos que de novelas. La verdad es que tiene algunos bastante buenos, otro no son más que intentos de crear chistes o de hacer juegos de palabras.
ResponderEliminarNunca he tenido demasiada relación con la obra de Asimov, apenas algunos relatos cortos que incluso es posible que confunda con los de Bradbury. Me parecía un remedo vulgar de los hombres del Renacimiento, presunto conocedor de todos los ámbitos del saber que no sobrepasa en mucho a lo que podría informar el Reader's digest a sus poco exigentes lectores. ¿Qué novedad sugerente podía ofrecer un aficionado como Asimov a la historia de Roma?
ResponderEliminarY sin embargo Fundación fue el primer libro medianamente serio que leyó mi hermano (y tengo cierta confianza en sus capacidades). Inmediatamente, casi en trance, se puso a escribir una novela de ciencia ficción (debía tener trece o catorce años) de la que llenaba folios y folios con una dedicación que me causaba envidia. A lo mejor por eso no leí Fundación, por aquello de la zorra y las uvas.
Ahora, con menos prejuicios de adolescente con horror a la excelencia, he empezado a leer este ciclo de Trántor. Digamos que empiezo a enteder algunas cosas y empiezo también a plantearme incompatibilidades. Por ejemplo, entiendo el interés de Javi, incluso las razones por las que se hizo matemático, aunque me temo que las matemáticas le quedan algo pequeñas para lo que esperaba lograr: nada menos que encontrar las claves racionales de la existencia humana. O dicho de otra forma, tener el poder de Dios a partir de unas fórmulas que solo los elegidos pueden alcanzar.
Las dificultades empiezan por el mismo planteamiento de la obra. Solo un tipo como Asimov podía ser capaz de conjugar en una nueva ciencia, la llamada psicohistoria, tres disciplinas con planteamientos tan diferentes como la psicología, la historia y las matemáticas. Ni Marx se hubiera atrevido a tanto.
Estic intentant veure si puc accedir a escrire al blog però no hi ha manera, pel cap baix ho intente a través dels comentaris. Si aquest arriba, ja n'enviaré més.
ResponderEliminarCom a qualsevol estudiant de ciències dels anys 80, Asimov va ser considerat com un autor de culte (almenys al cercle al que em movia jo) . Fou de lectura quasi obligada la trilogia de la fundació , però les parts de les que tenia memòria més intensa no són les que apareixen a la primera part. Ja ho comentarem en persona el dia 24 si no s'aigua la festa i espere que poguem diseccionar aquesta obra que pel que em sembla pot donar molt de joc.
ResponderEliminarLa verdad es que las matemáticas implicadas en la psicohistoria se relacionarían sobre todo con la rama de la estadística. Y ciertamente se utilizan ya estudios estadísticos con fines de "adivinar el futuro", o al menos para saber si el lanzamiento de tal o cual producto será o no fructífero, me refiero por ejemplo a los llamados sondeos de opinión.
ResponderEliminarA César, nuestro joven amigo peruano, me gustaría primero darle la bienvenida y luego comentarle que este blog de literatura, o este complemento de nuestras pequeñas conversaciones sobre libros, es un espacio común a varias personas. Precisamente los que aparecemos en las fotografías, incluso puedo decir que casi todos los retratados han escrito aquí en algún momento.
ResponderEliminarSolamente el personaje de edad más provecta, alma de la tertulia y dirigente espiritual de la misma, JuanFe (o Joan, ahora que no ejerce su labor docente)tiene permiso para derramar su sabiduría solo de viva voz y a unos pocos elegidos. El otro personaje que todavía no se ha dejado caer por aquí, salvo para reclamar justicia para un japonés pervertido, es el elemento que necesita un corte de pelo y con pinta de ir a poner una bomba en el Liceo. Cosa que podría hacer perfectamente dada su filiación anarquista y sus amplios conocimientos de física y química.