martes, 24 de noviembre de 2009

La máquina del tiempo 100 años después




Se ha rumoreado la posibilidad de que una de las propuestas para la primera tertulia de 2010 sea La máquina del tiempo, de Herbert George Wells, publicada por primera vez en 1895. Cien años después se le propuso al escritor, también británico, Stephen Baxter escribir una continuación. Baxter aceptó el reto y escribió Las naves del tiempo.
El punto de arranque de esta novela se sitúa en el intento del Viajero de regresar al futuro y salvar a Weena de la muerte en el bosque en llamas. Su asombro es mayúsculo cuando llega a un lugar totalmente cambiado con respecto a sus recuerdos. La oscuridad es total, el Sol no sale nunca, y sólo viven morlocks en ese mundo. Prontamente el Viajero descubre que el hecho de que el relato de sus viajes fuese publicado en su época original ha modificado la realidad y cambiado el futuro. La Tierra se ha convertido en un mundo guardería para los niños morlocks. El resto se ha trasladado a la esfera que ocupando la órbita de Venus envuelve el Sol. Los morlocks han creado allí una sociedad utópica y tolerante donde no han olvidado adaptar lugares específicos para las distintas variantes que los milenios han creado en la humanidad.
Esta idea de una esfera de Dyson no es nueva dentro de la ciencia ficción. Esta construcción más qu faraónica supone de una vez por todas acabar con el problema del espacio. Se trata de construir una esfera alrededor del Sol y ocupar toda la superficie interior. Pero como a los morlocks no les va la luz solar ocupan la estructura interior y la superficie que da al vacío sideral.
Nuestro Viajero consigue engañar a uno de los morlocks para que lo devuelva a la superficie de la Tierra y recuperar allí su vieja máquina del tiempo. En todo caso, el morlock llamado Nebogipfel se le une en la aventura como polizón de la máquina.
El Viajero cree que al cambiar el futuro ha provocado la muerte de toda la gente que habría podido ser si él no se hubiese puesto a jugar con el tiempo. Así, con ese cargo de conciencia decide visitarse así mismo en el pasado y convencer a su yo más joven para que no construya la máquina. Pero las cosas no son tan fáciles como él se esperaba. El Londres al que regresa no es él mismo que él conocía. La guerra contra los alemanes se prolonga año tras año y las máquinas del tiempo son utilizadas por los dos bandos como arma en la guerra, pretendiendo cambiar el pasado siempre que la suerte de la guerra no les corresponde.
Las aventuras no acaban ahí, pues el Viajero y el morlock Nebogipfel todavía tienen que correr mil peripecias conociendo al matemático Kurt Gödel, viajando al Pleistoceno, cambiando totalmente la historia del planeta y viajando a un futuro tan lejano en el que el Universo vuelve a contraerse y un nuevo big bang les espera.
Las naves del tiempo no es una mala novela, pero es larga, cosa que implica una sucesión de altibajos en la trama y en la acción. Su longitud y su poca disponibilidad son en cambio los argumentos que me impiden proponerla. Por si acaso alguien tiene curiosidad y la encuentra...todavía me he guardado muchas sorpresas por desvelar.


Javi

2 comentarios:

  1. Comentaba el otro día con Manuel que tengo debilidad por esa novela de Wells, en realidad me gusta casi todo lo que he leído de Wells, pero tal vez más por la película de George Pal protagonizada por Rod Taylor. Es una de esas películas asociadas a nuestros juveniles sábados por la tarde cuando se ponían de esas de piratas o de ciencia ficción que, estoy convencido, mostraban infinitamente más talento que los bodrios con los que actualmente castigan al público infantil-juvenil (espero me perdonen este remedo del "cualquier tiempo pasado fue mejor").

    Lo que más me ha sorprendido de tu comentario es como Baxter le saca todo el partido posible al asunto de los viajes en el tiempo, con la utilización delirante de la máquina para ir cambiando los acontecimientos. Tal vez sea una conclusión lógica pero no me negarás que le quita cierto encanto al asunto. En estos casos me da la impresión de que hay que hacer una leve dejación, o suspensión, de nuestra capacidad lógica.

    Y respecto a la posibilidad de proponer una obra de ciencia ficción, mi único pero a lo que comentabas en el correo es que los que no conocemos demasiado bien el género (yo al menos) estamos más por leer las obras maestras (por seguridad más que nada) que las novedades, experimentales o no. Me suena casi a empezar la casa por el tejado.

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  2. La verdad es que he contado el argumento de Las naves del tiempo más bien por encima, por si alguien la quiere leer. Pero el asunto es más bien complejo. El protagonista se pasa gran parte de la novela presa de un sentimiento de culpa sintiéndose el asesino de todos aquellos que ya no nacerán por culpa de su máquina del tiempo y de los cambios producidos. Finalmente el matemático Kurt Gödel entre otros le convencerán de que al cambiar el devenir del tiempo no se destruye lo que se había sino que más bien se crea un Universo distinto. El último capítulo (también hay un epílogo muy interesante) nos cuenta la llegada de las naves del tiempo a la gran singularidad, el momento en que toda la materia y energía del universo se concentra en un solo punto, haciendo posible el viaje de un Universo a otro. El Viajero viajará por penúltima vez en el tiempo para reencontrarse con él mismo y darse la sustancia que hará posible el primer viaje temporal, cerrando así el círculo.
    En el epílogo se muestra cómo el Viajero vuelve al continuo espacio - temporal donde coexistían los morlocks y los eloi dispuesto a salvar a Weena y a los suyos.
    En cuanto a leer a los maestros, no me opongo, pero me gustaría que fuese una obra que no hubiese leído, ya sea de Wells o de algún otro.

    Javi

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