Cuando
empecé a leer Short cuts la primera impresión fue que entraba en un
terreno que conocía. No es que ya hubiera leído a Carver, se
trataba más bien de los ambientes y personajes de estas historias
que no me eran en absoluto ajenos. Es fácil de explicar, cada vez me
interesa más la pintura de Hopper, tengo recientes las descripciones
de Bruce Begout sobre las banalidades del sueño americano y los
cuentos de Cheever, que conozco en parte también gracias al cine,
están necesariamente emparentados con Carver. Todos ellos me han
proporcionado una imagen de los norteamericanos y de su amado país
que dista mucho de la luminosidad y el entusiasmo que nos han
transmitido durante años.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8JT2dT7fLQ-qnlCTBaFvSJ1-u6kg5gEsrzQHebIhz1kg49KpG-dCejG6iSxdqUezDe1V9XhbFvLAtMrGiSyiy9RGKCLGt1-dg-ar34LP_f3D0jiMCfx-omnK7TZ2uBQhkqe9zZrtlGio/s1600/imagesF2OUL30T.jpg)
Dado
que la obra elegida es una selección que serviría de argumento para
una película, tal vez convenga empezar por el film rodado por
Altman. Sin duda es Carver lo que estamos viendo, en absoluto podría
hablar de traición al espíritu de sus relatos; pese a ello hay una
diferencia que me distancia de la película y me sitúa más próximo
a la letra impresa. Altman convierte las inquietantes sugerencias de
Carver en múltiples líneas narrativas que se cruzan, se separan y
se vuelven a encontrar movidas por el azar, o la necesidad impuesta
por el propio director. Los cuentos de Carver muestran la anodina
intimidad de un matrimonio a punto de saltar por los aires, intuyendo
solo la gravedad de los problemas que les afectan; sin embargo, la
película de Altman me recordaba un tipo de literatura mucho más
débil, con historias alargadas hasta la intrascendencia.
Si
la propuesta fílmica nos deja algunas dudas sobre la relación con
el sentido de los relatos, los cuadros de Hopper parecen conectados
con ese universo de intimidad desolada, de personajes resignados e
incapaces de cualquier comunicación. En ambos artistas encontramos
la misma sensación de melancolía, la soledad casi metafísica que
refleja una sociedad cuyo individualismo es profundamente
empobrecedor. Igual que en las pinturas de Hopper, hay algo en los
relatos de Carver que conmueve e inquieta; no es tanto una amenaza
como la incapacidad para escapar a un destino sin esperanza. En
Hopper vemos individuos cuya soledad adquiere un carácter único;
los personajes de Carver son gente vulgar y corriente que se
convierte, en un momento determinado, en algo extraordinario que ya
no puedes olvidar.
John
Cheever, el autor de “El nadador”, es otro de esos magníficos
especialistas en el relato corto que disecciona la clase media
norteamericana. Sus historias reflejan un similar hastío y soledad,
la monotonía y la desesperación de la que nacen psicópatas con
afán de notoriedad capaces de provocar una explosión de violencia
brutal surgida de la cotidianeidad. Carver y Cheever retratan el
individualismo que desestructura cualquier vínculo social solidario
o enriquecedor. Sin duda es este individualismo el pilar de su modo
de vida, pero acaba siendo el cáncer de los vínculos de cohesión
social.
Creo
que Carver es aún más contundente, por su lenguaje seco y preciso,
con sus historias tan diáfanas y a la vez tan elusivas, de una
cotidianeidad insoportable. Hay una constante sensación de amenaza
que te hace sospechar un final trágico y apenas sin más opción que
la derrota asumida con dignidad. Estas narraciones escuetas y
fugaces, como fragmentos de una vida, son el perfecto reflejo de las
sociedades actuales en las que parece no quedar espacio ni tema para
los grandes relatos. Algo parecido se dijo en nuestra tertulia a
propósito de la narrativa de Carver, exponente de que la epopeya
novelística del siglo XIX está ya obsoleta, prueba de que los
personajes de Dostoievsky, Balzac o Galdós han dejado paso a
individuos mucho más vulgares y con historias mínimas. Pues bien,
sospecho que hay un error de perspectiva; es difícil
encontrar en la decadente sociedad norteamericana héroes capaces de
abrirse paso a dentelladas para sobrevivir, pero si observamos en
nuestras fronteras, allá donde muchos sitúan las barreras de su
conciencia, encontramos que en nada se diferencian de los poderosos
personajes decimonónicos esos emigrantes subsaharianos que emprenden
su particular odisea huyendo del hambre y la destrucción. Posiblemente será ésta la epopeya que se contará en el futuro.
molt interessant, tot i que la pel·licula em pareix fantàstica, els contes de Carver són insuperables.
ResponderEliminarmolt interessant, tot i que la pel·licula em pareix fantàstica, els contes de Carver són insuperables.
ResponderEliminar