miércoles, 20 de mayo de 2009

Swift y los límites de la razón



Que una obra tan devastadora como “Los viajes de Gulliver” haya sido rebajada a fantasioso entretenimiento juvenil no puede tener más explicación que una total incomprensión sobre el alcance de la crítica elaborada por Swift, o que sea el resultado de un considerable recorte de los contenidos más incómodos para los bienpensantes. Por lo visto hay que atribuir bastante culpa al casi siempre comedido William Thackeray quien, a mediados del siglo XIX, asumiendo la defensa de una sociedad tan orgullosa y pagada de sí misma como la victoriana, mostró su indignación ante la sátira de Swift por ser obra de “moral vergonzosa, horrible y blasfema”. Por fortuna a Thackeray y a otros guardianes de la moral victoriana les pareció que había partes de delicioso sentido del humor y que, convenientemente abreviada, la fábula podía salvarse e incluso servir para deleite del público infantil.

Traigo aquí el juicio de Thackeray, cuya lectura completa recomiendo, porque creo que nuestros desacuerdos de fondo sobre el libro nacieron de algún planteamiento similar. Me interesaron sobre todo dos cuestiones que, más allá de la general admiración por “Los viajes…”, suscitaron dudas sobre la trascendencia de la novela. Por un lado la rabia desesperanzada del autor que le lleva a una ruptura con el mundo sin abrir ninguna vía de reconciliación, por otro las posibles vinculaciones de Swift con el movimiento ilustrado. Desde luego no estamos ante el optimismo de la triunfante burguesía que representa Defoe, el deán irlandés es un pesimista incorregible y casi seguro que no le movía un profundo amor a sus semejantes sino más bien una consideración bastante negativa sobre el género humano. Sin embargo no estoy tan seguro de que no ofrezca, al menos sugiera, posibilidades alternativas a su plan de demolición; sin entrar todavía en el controvertido libro IV, observando el episodio de los gigantes, Swift parece proponer un modelo social basado en el sentido común y en la honestidad, modelo que por supuesto es ajeno al británico.

De todas formas creo que Swift hace algo más interesante que ponerse en plan arbitrista, transforma la desesperación en risa porque tiene la habilidad de ver lo que otros no ven. La risa ha sido siempre lo que más han temido la jerarquías, nada resulta tan destructivo frente a los poderes establecidos y nada es tan efectivo para desacreditar lo absurdo que resulta aquello que aparentemente es normal. Un escritor acomodaticio y servil mejor es olvidarlo, Swift utiliza el humor de manera magistral y el humor es rebelde.

Queda la cuestión de si este fustigador de la política, la moral y las costumbres era o no un ilustrado. Según explica Julián Marías, antes de que se elaboraran los principios básicos de la Ilustración hubo una generación crítica dedicada a laminar las bases de la cultura anterior; cierto es que Marías hablaba de la transición desde el Barroco español pero tal vez en esa labor de desescombro general podía encajarse a Swift. El problema es que Swift no analiza una sociedad decrépita como la española sino la pujante sociedad liberal nacida de la Revolución Burguesa. No está por tanto alumbrando un nuevo periodo de entre las ruinas de lo antiguo, más bien es uno de los primeros en sufrir la desilusión del periodo ilustrado. Solo un ilustrado puede poner en cuestión con tanta lucidez nuestra incapacidad para entender al otro, las costumbres perniciosas, la expansión colonial, las desigualdades, la corrupción, la hipocresía y la estupidez general, pero estoy por decir que llega más allá. Está atisbando los límites de la razón, por un lado al condenar sin ambages la brutal lógica deshumanizada de la sociedad británica. Pero también al plantear en el capítulo final del libro el estado de degradación al que puede llegar el ser humano si abandona la razón dejándose llevar por sus instintos o, tan lamentable como esto, la situación próxima a la demencia que provoca una razón dirigiendo imperativa todos nuestros actos.

Gulliver estuvo en los límites de la razón sin acabar de perderla, a Swift el desagradable olor de los yahoos acabó por enturbiarle la mente y un día se levantó afirmando que estaba loco. Hay gente tan extremadamente lúcida que es inevitable que acaben por romper todos los puentes que les unen con una realidad insoportable.

Juan

Los viajes de Gulliver bate el récord de puntuación en la novena tertulia y H. P. Lovecraft será el nuevo autor de la tertulia


Tal y como reza el título de la entrada, el pasado 8 de mayo y durante el transcurso de la novena tertulia, Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift obtuvo un 7'16 de nota media desbancando la marca anterior de 7 puntos de El frío de Thomas Bernhard. Por lo visto esta obra pretendidamente "infantil" cautivó a la mayoría de "adultos" tertulianos.
La tertulia contó con la presencia de Elvira, Juanfe, Manuel (cas), Manuel (FyQ), Juan, Javi y la participación de Reyes (Bio) como oyente, esperando que a la próxima tertulia se convierta en miembro de pleno derecho.
Las puntuaciones se desglosaron de la forma siguiente:
Elvira: 8
Juanfe: 5
Manuel(Cas): 8
Javi: 8
Juan: 7'5
Manuel (FyQ): 6'5

Como siempre invito a todos los participantes a dejar su opinión en este blog.

Por lo que respecta a la próxima tertulia (que será la décima) la votación que decidió el libro estuvo tan reñida como de costumbre. La anécdota la protagonizó Manuel (FyQ) que tuvo que votar mediante llamada telefónica ya que había abandonado la tertulia un poco antes. Reyes también votó reafirmando su intención de participar en la siguiente tertulia. En las montañas de la locura de H. P. Lovecraft con 15 votos se impuso a La sonata Kreutzer de Lev Tolstoi que obtuvo 13 votos. La votación completa se desarrolló de la siguiente forma:

En las montañas de la locura 15
La sonata Kreutzer 13
Viaje al fin de la noche 6
El desierto de los tártaros 5
Tutto modo 3

De todos modos, teniendo en cuenta la brevedad de la obra de Lovecraft (sobre 110 páginas) yo propondría aderezarla con la lectura de alguna otra de sus obras más emblemáticas: La sombra sobre Ismouth, El horror de Dunwich, El susurrador en la oscuridad, El caso de Charles Dexter Ward, La llamada de Chtulhu, etc.

sábado, 2 de mayo de 2009

Una humilde propuesta




Aprovechando que se aproxima la próxima tertulia protagonizada por el peculiar Jonathan Swift creo que conviene empezar a desmentir la imagen de escritor de literatura juvenil. Estoy seguro que mis compañeros ya han podido comprobarlo al leer los sarcasmos y críticas que aparecen profusamente en "Los viajes de Gulliver". Me permito incluir un fragmento de uno de sus panfletos más afortunados y críticos, "Una humilde propuesta"; ya sé que a Juanfe no le hace mucha gracia estilo tan descarnado pero díganme ustedes si esto es literatura juvenil:

"De manera que someto humildemente a la consideración pública que de los ciento veinte mil niños ya contabilizados, veinte mil se reserven para la crianza, de los que solo una cuarta parte habrán de ser varones, que es más de lo que concedemos a ovejas, vacas o puercos, y mi argumento es que estos niños son rara vez fruto del matrimonio, circunstancia esta no muy tenida en cuenta por nuestros salvajes. Así pues, un macho sería suficiente para atender a cuatro hembras y los restantes cien mil pueden, al año de vida, ser vendidos a la gente de alcurnia y fortuna de todo el reino, siempre aconsejando a la madre que les deje mamar copiosamente durante el último mes, para que se pongan rellenos y regordetes, aptos para la buena mesa. Un niño serviría para dos platos en un convite, y cuando la familia almuerce sola, los cuartos delanteros o traseros harían un buen plato, y sazonados con un poco de pimienta y sal estarían muy buenos hervidos a los cuatro días, especialmente en invierno.

He calculado que un niño recién nacido pesa como promedio unas 12 libras y que en un año natural, si se le amamanta medianamente, puede llegar hasta las 28 libras.

Reconozco que esta comida será algo cara, y por lo tanto muy apropiada para los terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayoría de los padres, parece que tienen todo el derecho sobre los hijos".

Juan.