sábado, 27 de julio de 2013

El vino y la luna. "Rubaiyat", de Omar Khayyam.


Es propio de nuestra condición construir ilusiones para hacer soportable la existencia en un mundo absurdo; incluso si uno tiene la desgracia de haber interiorizado más de la cuenta los fundamentos de una mentalidad religiosa, es preciso levantar defensas frente a la sensación de que somos culpables desde nuestra caída en el tiempo. Siguiendo a Ciorán, se diría que la existencia se ha puesto amablemente al servicio de nuestra tristeza. Quienes se acostumbran al fracaso puede que se se acerquen más a la verdad, pero la conciencia de la nada, que proporciona un cierto orgullo irónico, no deja de ser otro recurso para no caer en el abismo.

 
A pesar de todo prefiero este desesperanzado orgullo al estúpido convencimiento de que la vida tiene sentido, porque no hay acceso a la lucidez si no asumes que el sabio está hecho de dudas, contradicciones y muy pocas certezas.
 


"Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque en vano".


Estos versos son parte de las Rubaiyyat de Omar Khayyam, el más grande de los poetas persas, también el más contradictorio y lúcido. Reconozco que la poesía de Kayyam me conmueve profundamente, a pesar de que nunca he sido demasiado sensible al lenguaje poético, y es que veo en este personaje una desesperanza que se me antoja es la de todos los hombres, la que nos revela nuestras contradicciones e impulsos más íntimos.

 
Rubaiyat es una recopilación de pequeños poemas en forma de cuartetas que, probablemente, ni siquiera estaban destinados a hacerse públicos. Hablan del instante presente, de la belleza, del vino.... de una forma tan exquisita como solo puede hacerlo quien es capaz de trocar en poesía la desesperación y la angustia, aunque no está exenta de cuestionamiento y requisitoria contra todo lo establecido, de burla contra la intolerancia. No hay verdades establecidas y nada podemos afirmar, solo nuestra independencia irreductible frente a Dios y frente a las leyes que han hecho los poderosos.
 

Khayyam hubo de vivir tiempos difíciles, en medio de la lucha entre dos personajes de destino glorioso que acabaron enfrentados. Persia, en proceso de asimilación por el Islam, estaba dividida entre la revolución social propugnada por el llamado “Viejo de la Montaña”, jefe de la secta de los “asesinos”, y la defensa del orden representada por Nezam al Molk, gran visir del sultán selyukida. Aunque bajo la protección del visir, Khayyam era amigo de ambos y desarrollaba su labor como matemático con total independencia, libre de reglas impuestas y ajeno al fanatismo que le rodeaba. En esta situación de relativa seguridad puedes despreocuparte de tu integridad física, cosa que no deja de ser importante en sociedades conflictivas como la persa, para reflexionar en profundidad sobre los asuntos esenciales que acucian al ser humano. Ni el mundo objetivo de las matemáticas, donde alcanzó cotas de sabiduría extraordinaria, ni el incierto y doloroso mundo material le proporcionaron las respuestas que precisaba. Asumió la imposibilidad de descubrir nada que no fuera lo absurdo de la existencia, un resultado desolador que Khayyam convierte en altivo escepticismo en una de sus más inolvidables rubaiyat:


El mundo inmenso: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras. El fruto de tu constante meditación: la nada.”
 

La admiración por Khayyam no procede únicamente de su extraordinaria lucidez sobre la condición humana, es su radical independencia, la resistencia a ser sometido por los guardianes de la fe o monopolizado por los sufís -que pretendían hacerlo uno de los suyos- Al fanatismo de los religiosos contestaba con la burla, incluso pidiendo cuentas a Dios por haber sido el Supremo hacedor de un mundo tan lamentable. De los sufís le separaba el gusto por el hedonismo, una vez asumida la imposibilidad agobiante de encontrar más verdad que la agradable frescura de un jardín o la consoladora sonrisa de una danzarina.
 
 
 

Rubaiyyat es de esos libros que recupero con frecuencia, cuando tengo la sensación de que las cosas son demasiado dramáticas y conviene buscar la tranquilidad necesaria para reconciliarse con la existencia. En Khayyam encuentro la sinceridad del desengañado que sabe transformar el dolor en indiferencia comprensiva, la mirada escéptica de quien se niega a ser avasallado por poderes espirituales que se le escapan y que no le proporcionan la felicidad de una copa de vino a la luz de la luna.
 
Decídete a no contemplar más el cielo. Cuida que te rodeen gráciles doncellas y acarícialas. ¿Tienes dudas? ¿Conservas todavía la tentación de suplicar a Dios? Antes de ti, otros seres le elevaron fervientes oraciones. Todos partieron ya y no se sabe si Dios les escuchó”.
 

 



 


7 comentarios:

  1. Siempre me ha fascinado la figura de Omar Khayyam, tanto como persona como matemático. Claro ejemplo de la falsedad de esa idea de que las matemáticas y la literatura son enemigos irreconciliables. Matemático y astrónomo, Khayyam intentó eludir el quinto postulado de Euclides y deducirlo a partir de los demás, esfuerzo infructuoso como se demostró posteriormente ya que es imposible hacerlo. De todas formas estos trabajos contribuyeron al desarrollo posterior de las geometrías no euclídeas, concepto importantísimo en la actualidad para conocer por ejemplo la mismísima forma del Universo. Khayyam también intentó resolver la ecuación cúbica utilizando intersecciones de distintas curvas. Pero dejando de lado la faceta matemática de Omar Khayyam, su vida social y política también fue interesantísima como se apunta en el artículo, debido a su relación tanto con el poder establecido, al Molek, como con el poder revolucionario, Hassan Sabbah. A este respecto resulta interesante la novela de Amin Maalouf, Samarcanda, que cuenta a estas tres figuras históricas como protagonistas.

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  2. Es una figura fascinante, sin duda, pero como mis conocimientos sobre matemáticas son más bien escasos me he centrado en aquello por lo que mejor conozco a Khayyam, su poesía y una idea sobre la existencia que me resulta muy atractiva. Probablemente porque me interesa esa peculiar desesperanza irónica que tienen los escépticos, en el fondo es la respuesta de un rebelde que se sabe destinado a la derrota.

    Pero por lo que has comentado entiendo que Khayyam abre el camino hacia la superación de las matemáticas euclidianas, y esa referencia a la forma del universo deduzco que se refiere a las teorías de Einstein. En fin, el relativismo es propio de escépticos y Khayyam es un debelador de dogmas y criterios de autoridad, no tienes más que leer los primeros versos de las Rubaiyat.

    Ya que hablas de la compatibilidad entre matemáticas y literatura te propongo también a Blaise Pascal, que no es estrictamente un literato aunque es innegable el altísimo nivel literario que tienen sus "Pensamientos", precedente de toda una estirpe de escritores moralistas franceses que van desde Chamfort o La Rochefoucault hasta llegar a Cioran. Pascal es especialmente agudo en su disección de la miseria humana, lo que pasa es que sus propuestas de "salvación" son bastante menos hedonistas que las de Khayyam, probablemente porque en Port Royal el rigor de los janseanistas no se permitía ni el vino, ni las danzarinas orientales.

    Hassam Sabbah, el viejo de la montaña, es otro de los personajes que merecía alguna tertulia, a lo mejor hubiera sido más interesante escoger Samarcanda en lugar de la novela sobre Mani -aunque a mi me gusto-. Los hashish o "asesinos" -drogados con hashis para asegurar su lealtad y el cumplimiento de la misión encomendada- remiten directamente a los fanáticos islamistas de la actualidad... bien, puede ser. Pero al fin y al cabo Sabbah pretendía que el paraíso prometido en el Corán a los guerreros muertos en la jihad pudiera ser disfrutado antes de abandonar la carne mortal. No es una idea condenable.

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    1. También podríamos hablar de Bertrand Russell, premio noble de literatura además de matemático y fundador de la escuela logicista, que intentaba fundamentar la matemática a partir de la lógica.

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  3. Dejando un momento aparte a Khayyam. Tiene su gracia que nuestra tertulia se llame "de Benigánim", lo cierto es que ni se celebra allí ni ninguno de nosotros hemos nacido en esa noble villa. Cierto es que tenemos vinculaciones innegables, así que espero que mis contertulios hayan reparado en la pequeña referencia privada que aparece en el artículo. Eso sí, de exquisito gusto.

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  4. Somos de un programa de radio, llamado La maquina de pensar.
    Va de lunes de jueves de 20 a 21 horas por radio Uruguay, 1050 AM, emisora del SODRE.
    Es un programa literario, y en el entrevistamos a creadores en general.
    La proxima semana se la dedicaremos a Khayyan y nos gustaria llamarlo para charlar unos minutos al aire del tema.
    Saludos
    Gustavo German-produccion
    00598--26284171
    098737563--- 099780066
    flacogerman2001@gmail.com
    http://piensamaquina.blogspot.com

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  5. Señor Germán: estamos muy agradecidos y sorprendidos por su amable invitación. Somos un colectivo de simples aficionados a la literatura que nos reunimos, con la excusa de los libros, para comer entre amigos y beber unas cervezas. Se lo digo porque no sé si yo -solo uno de los participantes-, que soy el que quiso escribir alguna cosa en nuestro blog sobre mi entusiasmo por Khayyam, podría haber resultado interesante para sus oyentes. En todo caso, hay una serie de circunstancias que han interrumpido nuestras reuniones y la actividad en este blog, de ahí que no fuera consciente de su propuesta hasta hace nada. Lamento no haberle podido contestar antes, reitero el agradecimiento y le deseo los mayores éxitos para su programa.

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