viernes, 4 de enero de 2013

SOLARIS Y LA TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN


Fundamentalmente Solaris es una novela sobre la comunicación. En este caso sobre lo difícil de comunicarse con algo que nos es totalmente ajeno. La única herramienta de la que disponen los humanos es el método científico, tradición nacida con los filósofos griegos y que nos ha llevado hasta nuestro nivel actual tecnológico, pero que es puesto a prueba con resultados bastante confusos, difíciles de analizar e imposibles de cuantificar.

El tema del contacto con civilizaciones extraterrestres viene de lejos, desde La guerra de los mundos (1898) de Wells aunque la comunicación establecida por los marcianos nazca a partir de la violencia. Mucho se ha escrito sobre el tema desde entonces y no siempre los extraterrestre se han acercado a nosotros con fines de conquista, pero una de las constantes que aparecen en este tipo de relats es la antropomorfización de los alienígenas en cuestión, atribuyéndoles motivaciones humanas como pueden ser la conquista de territorios, la obtención de poder, la envidia, el afán de venganza e incluso la necesidad de hacer el bien. El aspecto exterior de los extraterrestres está más conseguido, es más fácil hacerlos distintos de los humanos, e incluso hacerles respirar gases distintos del oxígeno o construirles ciudades submarinas, pero ya es más complicado idear estructuras sociales y sistemas socioeconómicos totalmente ajenos a los que ya conocemos.
El cine también ha tratado en múltiples ocasiones el tema del primer contacto. No siempre vienen a apoderarse de nuestro planeta, aunque son múltiples las cintas estrenadas con esta premisa. A todos nos viene a la cabeza E.T., por supuesto, que es capaz de sobrevivir en un planeta extraño (para él) totalmente desnudo, de respirar el aire de la Tierra sin problemas, de tener una laringe capaz de emitir sonidos similares a los humanos y de vocalizar, de tener unos ojos ajustados a las mismas longitudes de onda que los humanos, además de tener una gran capacidad de síntesis comunicativa, siendo capaz con tan sólo tres palabras de emitir un mensaje de suma complejidad: "teléfono...mi casa".
Los humanos que se topan con los extraterrestres creados por Lem lo tienen mucho más difícil para hacerse entender. En tres de sus novelas (Edén, Fiasco, Solaris) los protagonistas procedentes de la Tierra se enfrentan a situaciones que no son capaces de aprehender en su totalidad pues pronto se dan cuenta que interpretarlas bajo parámetros humanos los lleva a cometer graves errores. No todos los edificios donde se juntan sustancias para conseguir otras nuevas y se ensamblan para obtener nuevos objetos son fábricas, no todos los estados tienen que tener un gobierno de tipo capitalista o socialista. En Fiasco no se tiene ni siquiera claro cómo son los extraterrestres ni siquiera si están camuflados con el paisaje, o si los tienen delante sin poder detectarlos.
Comunicarse con entes totalmente ajenos a la humanidad es una tarea sumamente complicado, cosa que aprendemos rápidamente en las novelas de Lem antes mencionadas. Es entonces cuando aceptamos la falibilidad del método científico, pero es que a la hora de enfrentarnos a lo desconocido no tenemos otra cosa.
Kelvin y compañía en Solaris intentan enfrentarse a las apariciones solarianas como mejor saben: emitiendo radiaciones y haces de neutrinos, pesando, midiendo, ensayando y errando. A pesar de todo el final es medianamente optimista. Siguen sin comprender cómo funciona la mente del súper ser llamado Solaris, pero al menos le han hechos reaccionar a la presencia humana, causa y efecto. Todo es un principio.

3 comentarios:

  1. Releyendo el artículo de Juan que precede a éste me he dado cuenta de que no tenemos ideas tan alejadas. Solaris transciende la ciencia ficción por su temática, difusión y profundidad filosófico, cierto, pero tampoco es algo tan extraño, todo es literatura al fin y al cabo. Me gusta la analogía de Juan, Kelvin es como el marinero que en una playa mira hacia el final del horizonte, preguntándose a qué extrañas costas llegaría si se internase en el mar. No he hablado tampoco de los sentimientos que se abrirían en un ser humano si fuese visitado noche tras noche por alguien a quien creía muerto y además de cuya muerte se siente culpable; eso sería tema más que suficiente para un nuevo artículo.

    Javi

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  2. Me comentaba Manuel el otro día que, en materia de contactos alienígenas y catástrofes internas, considera que es más redonda "Retorno de la estrellas". En fin, no sé qué opinas.

    Todo es literatura, en efecto, en realidad sobra la consideración del género. Hay buenas y malas novelas, cuando se es demasiado insistente en el género al que pertenece una obra es que su calidad es discutible.

    Dos muy buenas propuestas las que haces. Internarse en el mar de Solaris me parece tan aventurado y peligroso como adentrarse con una frágil almadía en el famoso mar subterráneo de "Viaje al centro de la tierra". La lectura de la novela sugiere que a ese extraño ente es mejor observarlo de lejos, y ni aún así estás a salvo de su influencia. Mar tenebroso, dirían los antiguos.

    La segunda propuesta es tan inquietante como seductora, seducción un tanto morbosa, es cierto. Tal vez pudiera servir como catarsis para nuestra conciencia, siempre dispuesta a martirizarnos con la culpa. Razonar con el objeto de nuestra mala conciencia -en este caso, un ser humano, aunque sea hecho de neutrinos- puede resultar eficaz. Si fuéramos griegos y no estuviéramos maleados por una educación judeocristiana, seguramente pensaríamos en el águila que devora el hígado de Prometeo día tras día. Hablaba de seducción morbosa porque pensaba en Harey. El problema de conciencia de Kelvin es lamentable pero no terrible, cometió un error que fue fatal porque Harey estaba desequilibrada. Pero no toda la culpa es de Kelvin, simplemente carga sobre su conciencia un error que le costó la vida a un ser que amaba, aunque no fuera del todo consciente de ello. Resumiendo, a mí me gustaría que se me apareciese Harey cada noche, sobre todo si adopta la forma de Jessica Biel o de Halle Berry. Si no es mucho pedir.

    Juan.

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    1. Con respecto a Retorno a las estrellas estoy de acuerdo en que es una novela interesante, aunque no en la línea que yo argumentaba. Es cierto que el astronauta que regresa a la Tierra muchos años después de haber partido mientras para él ha pasado poco tiempo (cosas de la relatividad y del viaje a velociedad hiperlumínica)puede considerarse, en muchos aspectos, un alienígena porque ya no comprende el entorno; el planeta ha cambiado, la gente ha cambiado... Si para un humano es difícil comprender a los hijos de sus hijos, cuánto más difícil será si los seres son ya ajenos a nosotros de por sí.
      En cuanto a lo de las visitas nocturnas, yo en eso no te puedo ayudar...

      Javi

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