sábado, 7 de abril de 2012

Un largo sueño. Sobre Andrea Camilleri y "El perro de terracota".





Durante unas escasas semanas cierto personaje con un concepto del riesgo económico y la oportunidad comercial algo desbaratado, abrió una pastelería siciliana en mi barrio. Antes de que este buen hombre se diera cuenta de su error, pude disfrutar de los famosos cannolis y de la conversación, larga y salpicada de anécdotas, con la que este siciliano parlanchín acompañaba cada una de sus ventas. Haciendo uso de mi capacidad de síntesis les puedo resumir en tres las características básicas que, según el personaje del que les hablo, definen a los sicilianos: una especial habilidad en la elaboración de dulces, la tendencia a resolver problemas sociales con ayuda de la “familia” y un fatalismo existencial que parece inducirles a la resignación permanente.

Les parecerán tópicos pero puedo dar fe en cuanto a los dulces, no creo que nadie dude de que las actividades mafiosas son tan frecuentes en Sicilia como la corrupción política en este país nuestro y, respecto al fatalismo, algo muy parecido afirma el Príncipe de Salina en un extraordinario monólogo de “El gatopardo”: El sueño, caballero, eso es lo que los sicilianos quieren, un largo sueño. Siempre odiarán a aquellos que quieran despertarlos. Incluso si es para darnos regalos maravillosos….Aquí cualquier acción representa un anhelo para el olvido…..

He recordado este fragmento de la obra de Lampedusa mientras leía la segunda novela de Camilleri correspondiente a la serie del comisario Montalbano. Los amantes asesinados durante la Guerra Mundial, el sorprendente núcleo temático de la novela, parecen haber permanecido abrazados en un largo sueño, hasta que el complicado proceso que despliega el comisario los saca a la luz. Sin embargo, no es la historia de estos dos desgraciados jóvenes lo que me hizo pensar en las reflexiones del Gatopardo, fue el interés de Montalbano por resolver este caso mientras el crimen mafioso que inicia la trama queda en el olvido. Camilleri parece asumir que la mafia está tan profundamente arraigada en Sicilia que la violencia y la extorsión son consustanciales a la isla; no hay nada que hacer, solo aprender a sobrevivir disfrutando de cuando en cuando de la sabiduría culinaria de su insustituible ama de llaves.

En esta condición acaban cayendo todos los nativos de la isla, incluso los menos dispuestos a hacerlo, como Sciascia, que pasó de la rebeldía y la crítica a un pesimismo sin razones para la esperanza. De todas formas, y por establecer alguna comparación entre ambos escritores, yo diría que Sciascia siempre tuvo la voluntad de compromiso político, la intención crítica y puede que la secreta esperanza de que todo puede cambiar. De verdad, no como en El gatopardo. Camilleri es mucho más lúdico, más inclinado hacia el juego detectivesco, las referencias cultas, el universo siciliano con menos aristas y más evocador de cara a lectores de otros lugares. La misma personalidad del detective Montalbano, alejada de aspectos sórdidos, y de su curioso grupo de colaboradores, refleja un talante mucho menos dramático y más sensual que el de las ásperas narraciones de Sciascia.

La discusión sobre si lo que algún comentarista ha llamado “novela criminal mediterránea” se puede incluir en el amplio espectro de la novela negra resulta tan complicada y poco trascendente como el caso de los dos amantes olvidados en “El perro de terracota”. Los italianos tienen su propia versión del género, el llamado giallo, más sórdido que los clásicos americanos; algo del giallo hay en Camilleri, el toque escabroso y el pesimismo sobre la corrupción social, pero no veo en el siciliano la voluntad de radiografiar una sociedad y perturbar al lector con el despiadado espectáculo de la marginalidad y la decadencia. No pretendo dar cartas de naturaleza sobre lo que es y lo que no es novela negra, el guión de Camilleri es espléndido y resulta evidente que está mucho más interesado en la sugerencia y la creación de ambientes que en la cuidada elaboración de un lenguaje literario. Incluso, como la propia televisión italiana no tardó en descubrir, las historias de Camilleri poseen un ritmo cinematográfico que parece estar pidiendo su plasmación en imágenes. Lo que no veo es la voluntad de poner al descubierto las ambigüedades sociales y explorar contradicciones, al contrario, creo que nos dibuja una especie de Sicilia soñada que resulta asumible para públicos que no pretendan demasiadas complicaciones. Camilleri acepta el sueño de los sicilianos, la incapacidad para un comportamiento activo que convierte la sociedad en indiferente.

Estoy convencido de que disfrutaran leyendo las aventuras del comisario Montalbano, eso sí, yo procuraría mantenerme bien despierto. Por lo que se nos viene encima.

1 comentario:

  1. El plato que aparece en una de las fotografías está nombrado expresamente en "El perro de terracota", es la llamada "pasta n'casciata", por lo visto una de las delicias ocultas de la cocina siciliana. La imagen corresponde a su proceso de elaboración, no al plato finalizado que pueden consultar en este enlace: http://fxcuisine.com/zoom-image.asp?image=http://images.fxcuisine.com/blogimages/pasta/pasta-ncasciata/pasta-ncasciata-25-1000.jpg&t=

    Uno, que no es muy aficionado a la pasta, leyendo los comentarios sobre las bondades de esta pieza culinaria, cuyo secreto es el horneado final, casi está deseando ir a Sicilia para probarlo.

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