domingo, 12 de octubre de 2014

"Sostiene Pereira": Contra la indiferencia

Vivimos una época complicada. Parece muy lejano el tiempo en el que los regímenes fascistas estuvieron a punto de imponerse en toda Europa tras una guerra devastadora. En España y Portugal nos tocó padecer los epígonos de ese fascismo, una larga noche que duró cuarenta años y que, para nuestra desgracia, nos cuesta sacudirnos de una vez, a pesar de haber trascurrido casi otros cuarenta. Nos queda -aunque quieran sepultarlo- el compromiso de quienes supieron defender la libertad frente a la tiranía, esa generación dejó en nuestra memoria el recuerdo de su voluntad de resistencia, su lucha por una sociedad mejor y más justa. Nuestro error ha sido creer que la libertad nos la regalaron y que ya nada había que entregar por mantenerla; la pasividad y el conformismo son el caldo de cultivo de una nueva tiranía que ahora se nos impone por mecanismos más sutiles, hasta interiorizarla.
A Pereira, el protagonista de la espléndida novela de Antonio Tabucchi, no le gusta lo que pasa en su país, no reacciona porque está mayor, tiene su trabajo y tampoco le parece que meterse en aventuras vaya a resolver nada. La dictadura miente, reprime y asesina.... seguramente es así, pero mejor agachar las orejas y refugiarse en la melancolía y la soledad, o en el recuerdo de su mujer: siempre será mejor el pasado que un futuro incierto y poco esperanzador. Pereira vive en un ambiente opresivo, de miedo y delaciones, pero no tiene referentes a los que acudir y está demasiado solo como para asumir cualquier compromiso. Hasta que un hecho, la circunstancia que nos da la oportunidad para redimirnos de nuestras miserias, aparece en su vida resignada y pasiva.

Los dos jóvenes perseguidos por el régimen acabarán provocando esa quiebra de la que habla el médico Cardoso: la exigencia ética ha cambiado el alma de Pereira, que no es otra cosa sino la concienciación política de un hombre bueno que estaba aletargado. Seguro que conocen uno de los artículos más combativos y polémicos de Gramsci, “Odio a los indiferentes”, recientemente recuperado y de absoluta actualidad. Tabucchi debía estar pensando en las palabras de Gramsci cuando escribió “Sostiene Pereira”, no es difícil identificar en la novela el llamado a la lucha contra la apatía y la desesperanza, a la necesidad de enfrentarse a los poderes establecidos y recuperar la voluntad perdida.


Hay en toda la novela un sentido humanista muy poético en el que reconozco la influencia de aquella particular versión del neorrealismo que desarrollaron Zavattini y De Sica: el humor suave y contenido, la ternura y la capacidad para entender a nuestros semejantes, solo que en Tabucchi no se orientan tanto hacia la compasión sino hacia la reivindicación y el compromiso. Se ha criticado la suavidad o ligereza que impregna la obra porque difumina el terrible contexto dictatorial y represivo de la época. Sin embargo, el mensaje no pierde fuerza, se trata de plantearnos si es moralmente aceptable el aislamiento contemplativo cuando la libertad y los derechos son humillados. Y queda meridianamente claro que Pereira sostiene que no.
El Portugal que nos describe Tabucchi, como decía al principio, parece lejano, pero si nos fijamos un poco y salimos de esta confianza inoperante en una supuesta democracia, nos daremos cuenta que no lo está tanto. Este verano, mientras leía la novela, escuché en TVE una necrológica sobre García Lorca, como las que le encarga Pereira al joven Monteiro Rossi para las páginas culturales del “Lisboa”. Es curioso que la TV pública cumpliera estrictamente las recomendaciones de Pereira cuando se trata de escribir sobre un autor tan “peligroso” como Lorca: “De un escritor no debe usted decir cómo ha muerto, en qué circunstancias o por qué, debe decir simplemente que ha muerto....” Y continua Pereira sosteniendo ante la “irresponsabilidad” de Monteiro Rossi: “O es usted un inconsciente o un provocador y el periodismo que se hace hoy en día en Portugal no prevé ni inconscientes ni provocadores”. Inconscientes y provocadores, bueno, en sentido literal de esos tenemos muchos, en el sentido que pretende darle Pereira, periodistas libres que no se paran a pensar si deben publicar la verdad, que ejercen su oficio con honestidad, que informan al ciudadano con rigor y que obedecen a su conciencia y no a la repugnante oligarquía que sigue dirigiendo nuestros destinos.... de esos, de esos hay muy pocos. 

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