viernes, 5 de diciembre de 2014

Short cuts, de Raymond Carver: Vidas cruzadas.

Cuando empecé a leer Short cuts la primera impresión fue que entraba en un terreno que conocía. No es que ya hubiera leído a Carver, se trataba más bien de los ambientes y personajes de estas historias que no me eran en absoluto ajenos. Es fácil de explicar, cada vez me interesa más la pintura de Hopper, tengo recientes las descripciones de Bruce Begout sobre las banalidades del sueño americano y los cuentos de Cheever, que conozco en parte también gracias al cine, están necesariamente emparentados con Carver. Todos ellos me han proporcionado una imagen de los norteamericanos y de su amado país que dista mucho de la luminosidad y el entusiasmo que nos han transmitido durante años.
Dado que la obra elegida es una selección que serviría de argumento para una película, tal vez convenga empezar por el film rodado por Altman. Sin duda es Carver lo que estamos viendo, en absoluto podría hablar de traición al espíritu de sus relatos; pese a ello hay una diferencia que me distancia de la película y me sitúa más próximo a la letra impresa. Altman convierte las inquietantes sugerencias de Carver en múltiples líneas narrativas que se cruzan, se separan y se vuelven a encontrar movidas por el azar, o la necesidad impuesta por el propio director. Los cuentos de Carver muestran la anodina intimidad de un matrimonio a punto de saltar por los aires, intuyendo solo la gravedad de los problemas que les afectan; sin embargo, la película de Altman me recordaba un tipo de literatura mucho más débil, con historias alargadas hasta la intrascendencia.
Si la propuesta fílmica nos deja algunas dudas sobre la relación con el sentido de los relatos, los cuadros de Hopper parecen conectados con ese universo de intimidad desolada, de personajes resignados e incapaces de cualquier comunicación. En ambos artistas encontramos la misma sensación de melancolía, la soledad casi metafísica que refleja una sociedad cuyo individualismo es profundamente empobrecedor. Igual que en las pinturas de Hopper, hay algo en los relatos de Carver que conmueve e inquieta; no es tanto una amenaza como la incapacidad para escapar a un destino sin esperanza. En Hopper vemos individuos cuya soledad adquiere un carácter único; los personajes de Carver son gente vulgar y corriente que se convierte, en un momento determinado, en algo extraordinario que ya no puedes olvidar.

John Cheever, el autor de “El nadador”, es otro de esos magníficos especialistas en el relato corto que disecciona la clase media norteamericana. Sus historias reflejan un similar hastío y soledad, la monotonía y la desesperación de la que nacen psicópatas con afán de notoriedad capaces de provocar una explosión de violencia brutal surgida de la cotidianeidad. Carver y Cheever retratan el individualismo que desestructura cualquier vínculo social solidario o enriquecedor. Sin duda es este individualismo el pilar de su modo de vida, pero acaba siendo el cáncer de los vínculos de cohesión social.
Creo que Carver es aún más contundente, por su lenguaje seco y preciso, con sus historias tan diáfanas y a la vez tan elusivas, de una cotidianeidad insoportable. Hay una constante sensación de amenaza que te hace sospechar un final trágico y apenas sin más opción que la derrota asumida con dignidad. Estas narraciones escuetas y fugaces, como fragmentos de una vida, son el perfecto reflejo de las sociedades actuales en las que parece no quedar espacio ni tema para los grandes relatos. Algo parecido se dijo en nuestra tertulia a propósito de la narrativa de Carver, exponente de que la epopeya novelística del siglo XIX está ya obsoleta, prueba de que los personajes de Dostoievsky, Balzac o Galdós han dejado paso a individuos mucho más vulgares y con historias mínimas. Pues bien, sospecho que hay un error de perspectiva; es difícil encontrar en la decadente sociedad norteamericana héroes capaces de abrirse paso a dentelladas para sobrevivir, pero si observamos en nuestras fronteras, allá donde muchos sitúan las barreras de su conciencia, encontramos que en nada se diferencian de los poderosos personajes decimonónicos esos emigrantes subsaharianos que emprenden su particular odisea huyendo del hambre y la destrucción.  Posiblemente será ésta la epopeya que se contará en el futuro.







2 comentarios:

  1. molt interessant, tot i que la pel·licula em pareix fantàstica, els contes de Carver són insuperables.

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  2. molt interessant, tot i que la pel·licula em pareix fantàstica, els contes de Carver són insuperables.

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